Con 7 años de edad intenté escribir una novela. Mis limitados léxico, creatividad y conocimiento sólo me permitieron escribir lo que en un futuro sería el mini relato con el que gané mi primer concurso literario. Entonces me propuse amar las palabras hasta que mi último aliento me lo permitiese. Aquí sigo. Bienvenidos a STATERA

lunes, 4 de marzo de 2019

Piedra de obsidiana



Soñé que regresaba a un sitio al que ya me había acercado en otro sueño. Está por la zona del Polo Sur pero se sitúa apartado de la Antártica, es una pequeña isla de hielo de varios bloques. En el primer sueño creo recordar que no pude admirar bien el lugar. En este último, pude ir con Aitor, sentarnos en los bloques de hielo y conversar y observar con deleite. Se llama ''La isla de Obsidiana'' y al despertarme y buscar de qué me sonaba el nombre lo comprendí. Cuando nos sentamos en el bloque de hielo a observar el atardecer, me di cuenta de que aparte de los enormes bloques de hielo, había también un mineral negro, precioso, brillando entre el blanco.


 





En realidad veníamos de una especie de isla-pueblo que estaba bastante cerca de la isla de Obsidiana, y probablemente ésta le pertenecía. Era un pueblo PRECIOSO lleno de gente increíble y muchísimo verde alrededor, caminando por el pueblo podías ver la presencia de una enorme montaña que llenaba el paisaje de grandeza y, al mismo tiempo, humildad.




El hecho de poder admirar tanta naturaleza enorme, superior a mí, bloques de hielo de cientos de metros, una montaña que protegía todo el pueblo, me dio la sensación constante de que la eternidad se extendía bajo mis pies, que el espacio era infinito y la naturaleza era enorme y yo apenas un punto en el mapa maravillándose ante la existencia. 

Para llegar a la isla de Obsidiana había que coger un barquito pequeño -ambas islas estaban realmente cerca- donde nos montamos Aitor y yo. Llegamos enseguida a los bloques de hielo y nos sentamos ahí a observar. No hablábamos mucho, yo de vez en cuando soltaba algo como ''increíble''.Era un atardecer cargado de texturas: se confundían colores naranjas en el cielo, el blanco del hielo brillaba y resaltaba el contraste con el profundo negro de la obsidiana.




Yo sentía mucha curiosidad por tocar el agua que nos rodeaba, sentados sobre aquella fina capa de hielo. Aitor me decía que no lo hiciese. Supongo que porque estaba fría y yo sin guantes, pero en todo el sueño no tuve ni un poco de frío. La sensación observando los colores y respirando un aire helado era más bien de deleilte ante la nada. Un infinito que podía significar un todo o un vacío, y yo frente a él, sin oscilar. Quiero volver a ese lugar pronto.




En todo momento Aitor y yo éramos conscientes de que eso era una especie de viaje. Aunque estábamos, en teória, a km de nuestra isla, nos bastó coger una guagua para regresar aArrecife. La chófer estaba ida de la olla y se metió en El Reducto con la guagua, toda crazy conduciendo por la arena.

domingo, 6 de enero de 2019

Antes del albor


Esta noche, cuando las aceñas
dejen de rodar, seré Nix.
Desacreditando bulas
y curando tocones
Desechando las bagatelas
que tan mal escritas
nos condenarán.
Me acompañan mis mastines hoy
hambrientos y faltos
No soy acemilera
Hackeo las charnelas
Del pasado al presente,
por ventura el caminar sobre límites,
a la ribera anclada a veces.
Qué quieres que te diga,
la prefiero a la alquería que aunque
digna,
no es para mí.
Si tu amor escala montañas
y el mío navega bravío,
si los pelasgos fueron testigos
pero las pesquisas no encontraron
al agresor,
me protegerán entonces los
Dioscúreos, rezaré a Atenea
y que sea lo que diosa quiera.

Esperaste todo el año a la sazón
para robarme el corazón
con tu infortunio del no saber estar.
No aprendes tú a sembrary exiges que te alimente yo.
Desde entonces me da igual,
sufrirán de achaques si no escarmientan
varones de alma negra.


Así empezó todo,
entre moliendas subestimadas
y abrigos de piel sufrida.
Al principio no tenía nombre
pero pervivió.


Hoy, siglo número ventiuno desde aquel,
portan sandalias vulgares
cosidas por negras esclavas,
y ceden ante el voto
de un puto rubio racista.
Éste que
empuerca las esquinas
de nuestros hermanos amerindios.
Desde el otro lado se conforman con mirar.

Me dicen desde el sótano que
no me preocupe,
me lo dicen ellos.
Ellos con O.
Los que de empatía no saben,
dicen que no me preocupe.

Entrégome a Atenea,
hazme tuya,
desde el saber hasta la guerra,
crea tú mi estrategia.
Lo demás es poesía.

sábado, 6 de agosto de 2016




Enero de 2013. Mi primera crisis creativa. 



Quizá para ti sean sólo palabras. De la envidia sucias, embusteras. Tan bastardas, que incluso parezcan tuyas. Yo considero mis escritos, que cientos son ya, un pedacito de mí. De mi pasado, de mi presente. Es como el agua que calma mi sed, la ráfaga de viento que volando se llevó todas mis penas. El sol que me impide marchitar y la luna llena en una noche de sexo.


Gracias a la pluma y el tintero me hallo viva, gracias al placer de leer mi alma todavía me considero alguien.




Pero, por desgracia, mientras tú lloras porque una mujer insultó tu dignidad, mis lágrimas manchan un papel vacío porque mi lápiz cayó en el abismo de la mediocridad. Porque mi inspiración ya no vuela, ya no alumbra.


¿Dónde está el talento que me prometieron?




Mis manos, vacías pero llenas, buscan desesperadas una pared en la que sujetarse.
Porque creo que me estoy cayendo.
Y ya nada importa.




El Dragón



Jueves 24 de enero de 2013





No hay mayor belleza que aquella que admiramos no por su estética, sino por su esencia.

Un alma poderosa con fuerza caótica, una armadura de piel indestructible, una rapidez extrema, una agilidad de escalofrío y una belleza incomparable.
La criatura más imposible y perfecta que pueda existir.
Una bestia incazable e inalcanzable.
Yo soy el dragón.




viernes, 5 de agosto de 2016

Esta vez el amor perdió

Lo escribí el 23 de agosto de 2011, con 12 años de edad. Mi primer relato publicado en Internet.




Hay un libro abierto, una pluma con tinta derramada y un tintero de cristal vacío, hecho añicos. Un gato maulla tres veces, la Luna se tiñe de rojo y comienza a desaparecer. Las páginas de un libro mojadas en lágrimas, sangre por toda la mesa. La ventana golpea una y otra vez la pared. El viento sopla con mucha fuerza y las gotas de lluvia cada vez se hacen mayores. El sonido de la silla mecedora es tan intenso que parece que el suelo temblase. Las ratas se pasean de un lado al otro. 
Detrás de la puerta de la habitación se encuentra un cuerpo sin vida, derramando sangre por todos lados. Unos ojos en blanco, húmedos aún por las recientes lágrimas, unos cortesas en los brazos y un cuchillo tirado cerca del cadáver. 
¿El motivo?
Desesperanza, miedo, cobardía, ganas de abandonar.
Esta vez el amor perdió.

-10 min antes-
El odio ennegreció los corazones de aquellos que presenciaron la escena. El rencor ganó pasión y todo acabó... Con un cuchillo entre las vértebras. El misterio pierde encanto y el olvido gana terreno, todo se convierte en malo... después de haber sido bueno. 
Entonces se apodera de ella un odio y desesperación, no hay manera que desahogarse más que escribiendo. Mientras que con una mano toma la pluma, con la otra se pone sus gafas de vista y a la acción.
Empieza a escribir todo lo que fue él para ella desde que le conoció. Lleva amándole igual que el primer día, o más.
El principio de la historia empezaba normal, tan normal que nadie pensaría que acabaría en tragedia. Ella estaba nerviosa, quería llegar al presente de la situación sin olvidarse de ningún detalle, así pues, escribía lo más rápido posible.
Ya acercándose a la realidad de hoy o de ayer, empiezan a caer lágrimas de su rostro. Un nudo gigantesco en el pecho se va formando, cada vez más grande. Relee lo que ha escrito, dejando a mitad lo reciente. Recuerdos pasan por su mente y por su corazón. Intenta volver a escribir para saciar su tristeza, pero sus manos tiemblan. En ese momento supo que era el final.
Descontroladamente empezó a revolver todo lo que había, tirando así el tintero al suelo y rompiéndolo.
No quería dejar rastro de lo sucedido, sólo las pruebas de lo que iba a ocurrir en unos minutos. Rompiendo las páginas que había escrito, toma la decisión de acabar con todo. Abre la ventana, tira las páginas arrancadas y comienza a llover. Una fuerte tormenta se acerca, no sólo en el paisaje, sino también en su corazón.
Dejando todo perdido, rompe la puerta y corre hacia la cocina a por un cuchillo.
Quiere olvidar lo sucedido, pero no lo logra. La única solución es acabar brutalmente con todo lo anterior, sin dejarle oportunidad para lo siguiente.
-Adiós.



Y termina... El libro roto, los restos de la tormenta colándose en su destrozada habitación. 
Y la Luna desaparece en el momento en el que la hoja de la muerte roza su piel... ¿Fin?
Fin.


Hay muchos errores en este mini relato. Espero que comprendáis que tenía 12 años y estaba empezando a escribir. Quizá algún día lo retome. El salto temporal puede resultar confuso, es probable que sea difícil de comprender durante la primera lectura. Pido perdón a mis lectores.